July 03, 2013

Las cuáqueras que protestaban desnudándose en público en el siglo XVII

Murray N. Rothbard cuenta en Conceived in Liberty (capítulo 29, «Suppressing Heresy: Massachusetts Persecutes the Quakers») cómo a mediados del siglo XVII «la teocracia puritana de Massachusetts» persiguió a los cuáqueros, que eran arrestados, privados de comida, azotados, mutilados, desterrados y colgados.

Uno de los casos que narra es el de «la desafortunada Elizabeth Hooton, una mujer entrada en años que había sido la primera cuáquera de Inglaterra».

Este es el pasaje:

Elizabeth prácticamente había ido a pie desde Virginia hasta Boston, donde fue inmediatamente encarcelada, llevada a la frontera y abandonada en tierra silvestre, desde donde fue a pie hasta Rhode Island. Tras volver navegando a Boston, fue arrestada y llevada en barco a Virginia. Luego de ser perseguida en Virginia, fue a Inglaterra. Habiendo obtenido un permiso especial del rey para construir una casa en las colonias americanas, navegó de nuevo hasta Boston. Massachusetts se negó a permitir que los cuáqueros se reunieran en su casa, y ella se fue a los prometedores pueblos del río Piscataqua. En Hampton la encarcelaron, y en Dover la encarcelaron y la pusieron en el cepo. Luego, Elizabeth Hooton regresó a Cambridge, donde la arrojaron a una mazmorra en la que la tuvieron dos días sin comida. Al enterarse de sus sufrimientos, un cuáquero le llevó algo de leche, por lo cual Elizabeth fue multada con la onerosa suma de cinco libras. A pesar de la carta que el rey le había dado, Elizabeth recibió diez latigazos, luego fue llevada a Watertown y azotada otras diez veces, y finalmente fue atada a una carreta en Dedham y azotada por el pueblo con diez latigazos más. Al cabo de todo este sufrimiento, fue abandonada a la noche en el bosque, desde donde se las arregló para ir a pie hasta Seekonk, y desde allí hasta Newport.

Increíblemente, no obstante su sangrienta odisea, Elizabeth Hooton no se rindió. Regresó una vez más a Cambridge, donde, luego de ser agredida verbalmente por un grupo de eruditos de Harvard, fue azotada por tres pueblos hasta la frontera de Rhode Island. Sin embargo, Elizabeth regresó nuevamente a Massachusetts para dar testimonio de su fe. De nuevo le dieron diez latigazos, la encarcelaron, la azotaron atada a una carreta por tres pueblos más y la abandonaron en el bosque. Volvió a ir a Boston, la expulsaron a latigazos otra vez y la amenazaron de muerte si regresaba. Pero Elizabeth siguió regresando, y las autoridades no se animaron a ir más lejos. La expulsaron a latigazos de varios pueblos más, y de nuevo fue a pie hasta Rhode Island.

En protesta contra estos castigos, muchas mujeres cuáqueras empezaron a aparecer desnudas en público, como un “signo desnudo” de la persecución, comportamiento por el cual fueron —por supuesto— azotadas por los pueblos.

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