La arrogancia de lo contemporáneo

«Deberíamos cuidarnos de la arrogancia de lo contemporáneo y de la presuposición de que lo nuevo es superior. Tomada seriamente, la idea de que la Iglesia debería seguir mansamente las variaciones de la opinión pública a lo largo de los siglos llevaría a la disolución de toda su autoridad para enseñar. Una religión que no hiciera más que aprobar automáticamente las ideas predominantes sería un espectáculo lastimoso. Además, sería llevada inmediatamente a contradecirse. Las opiniones cambian continuamente a lo largo del tiempo, pero cualquier religión sería incoherente si enseñara una cosa en un período, la opuesta en el siguiente y cualquiera que viniera después en el futuro, según lo que se dijera en cada época. Debería ser obvio que el pensamiento moral debe tener fundamentos mucho más rigurosos» (Richard Waghorne).